lunes, 12 de marzo de 2012

Cabo Norte VII: Día 5 Estocolmo - Umea

DÍA 5:
5 de Julio 2010. ESTOCOLMO – UMEA
Datos del día:
  • Km. totales: 668
  • Tiempo invertido: 8 horas
  • Coste carburante: 558Kr. (60 €)
  • Coste camping: 650 Kr. (70 €)

A las 7:00 de la mañana nos levantamos y, tras la ducha y recogida nos vamos a desayunar, ¡que entra en el precio! La variedad del buffet no era excepcional pero desayunamos como si fuese la última comida que íbamos a hacer en todo el día.
Cargamos las motos, que estaban donde las dejamos, aparcadas a la sombra de unos árboles justo enfrente del hotel. Y a las 8:45, sí, sí, casi dos horas después de levantarnos (hoy vamos con calma) salimos hacia el primer destino que ya identificábamos como “Cabo Norte”. Hasta ahora estábamos, cómo diría, viajando por Europa… de aquí para arriba pensábamos que sólo irían quienes quieran subir hacia Cabo Norte.
Las vías rápidas noruegas son curiosas. No es autopista ni autovía, hay tres carriles para los dos sentidos de la circulación. Durante espacios, que podrían llegar a los 10 km., un sentido disponía de dos carriles y el otro sólo uno. El caso es que la velocidad media es alta, la nuestra porque los suecos no apuran más allá de 110 km/h aunque los hay rápidos y en general son muy educados en la conducción, no se asustan por que vayas más rápido y si pueden facilitan la tarea.
El único pero … los cables “quitamiedos”.
Los había a la derecha......................................................................
y a la izquierda.............................................................................
Aunque a mí, la verdad, no me llegaron a agobiar demasiado, me acabé acostumbrado, pero a Javi le ponían un poco nervioso.
El viaje transcurría tranquilo, las carreteras eran mucho más rápidas de lo que nos habíamos planteado en un inicio y con menos de 700 km. la ruta iba a ser hoy también más dencansada.
Poco a poco vamos recuperando el ánimo, ya nos vemos muy cerca de Cabo Norte, el cansancio inicial casi ha desaparecido por completo, vemos nuestro objetivo más alcanzable.
Una parada para echar gasolina en una gasolinera sin personal que la atendiera, sólo surtidores con prepago de tarjeta, y mi Visa me vuelve a dar problemas. Menos mal que me acepta la Maestro pero, en el momento de ir a bajar la moto del caballete, el asfalto desaparece bajo el peso de la moto cediendo hacia los surtidores. La moto se inclina y sólo pueda frenar la caída para que no haya demasiado estropicio.
Arañazo al top case -como puede apreciarse en la foto anterior- y espejo con un rasponazo. No es mucho para lo que podría haber sido, un soporte de maleta, manetas,… Lo curioso es que por lo visto es un fenómeno relativamente frecuente. Tras los hielos invernales los asfaltos mal mantenidos, o sin mantenimiento, pueden, literalmente, desgranarse.
Paramos a echarnos las típicas fotos de viaje y, a eso de las dos de la tarde, a unos 120 km. de Umea, paramos en una gasolinera a comernos nuestro…. habéis adivinado, ¡perrito! con un refresco.
Las gasolineras aquí son más que gasolineras. Venden casi de todo, algunas tienen supermercado, pero los perritos con algún complemento son bastante baratos y para hacer una comida de viaje, valen.
Justo en el momento en que nos estábamos preparando para salir aparecen dos Gold-Wing españolas, una con “zapatilla” (Side-car). Al ir hacia ellos, acababan de llegar y todavía estaban casi montados en las motos, vemos que sale del sidecar una niña, pequeña, muy pequeña y la que parecía ser su madre. Sorprendidos, nos comentaron que la pequeña “Andrea” tenía 22 meses. ¿El destino de las dos parejas y la niña? Cabo Norte. Habían salido desde Tarragona y preparaban un mes de viaje por la península escandinava.
No hicimos ninguna foto pero… el destino hizo que volviéramos a coincidir en una situación única. De aquel encuentro sí guardamos recuerdo gráfico.
A las cinco de la tarde llegamos al First Camp Umea. El camping está lejos de la ciudad, no se puede ir andando. El autobús tarda en llegar una media hora escasa pero la frecuencia de paso no es muy elevada. Sin embargo el Camping es muy bueno. Las cabañas no son excesivamente baratas pero sí muy espaciosas, bien equipadas, limpias y en un entorno bonito.
El viaje a Umea para cenar nos lleva más de una hora, la ciudad es…. ¿cómo decirlo?, ¡Nueva! La mayoría de los edificios parecen no tener más de treinta años. Es como un decorado de Hollywood pero vacío. Muy poca gente por la calle y eso que aún son las ocho de la tarde. Una imagen vale más que mil palabras.
Cenamos en un Pub unas hamburguesas, bastante buenas y charlamos un rato con el camarero. Hablaba español con acento colombiano y nos sorprendió bastante ya que no tenía mucha pinta de ser de allí. El caso es que trabajaba seis meses al año en un barco pesquero y compartía camarote con un marinero colombiano. Tras indicarnos lo agarraos y lo mal que comen los noruegos… ¡Qué se va a esperar de un país donde hay más renos que personas! Nos dijo…. Y dejar clara la rivalidad existente con sus vecinos ricos decidimos iniciar el regreso hacia el camping.
Esta era la luz a las 12:00 de la noche. Hay mosquitos, ¡Y pican!, estamos en un Hitter ¡Sin cortinas! Y la luz entra por todos los lados. Definitivamente, esto comienza a parecerse a lo que hemos leído en tantas crónicas.

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